sábado

Cal Cego










Els Artferits a Cal Cego

En nuestra última visita tuvimos la oportunidad de conocer una colección de arte de la mano de sus coleccionistas, Roser Figueras y Josep Inglada. Hace 30 años que este matrimonio empezó su colección de arte contemporáneo, centrándose en lo conceptual, el camino que comenzó Duchamp rompiendo con la obra tradicional renacentista. Esta última siguió su evolución con Picasso. 
Duchamp propuso una manera nueva de aproximarse al arte y la posibilidad de creación en otros formatos  y con materiales que pueden ser infinitos, como el polvo acumulado en un rincón y fotografiado.
La mayoría de críticos está de acuerdo en reconocer que esta línea creadora que se llamó arte conceptual es el  camino por el que evoluciona el arte de nuestros días, mal que nos pese a los admiradores de Picasso y Barceló.
Pero aunque reconocido como provocador y generador de ideas y experiencias, es difícil entrar en el conceptual, o sentirse cómodo con él,  y qué decir de coleccionar sólo arte conceptual.  La mayoría lo consideraríamos una heroicidad y un compromiso sincero con la exigencia y la dificultad.
Cal Cego no es una colección cerrada ni tiene una sede permanente. Forma parte del patrimonio cultural y apoya labores de investigación y difusión del arte de nuestro tiempo y,  de esta forma, recibiendo el feedback de artistas, críticos y estudiantes, se retroalimenta.

Una de las obras que se puede contemplar en el domiciliode los coleccionistas, y que no está sujeta a préstamos por su extrema fragilidad, se titula Corrección y es de Ignasi Aballí. A primera vista parece un cuadro blanco y sobre la pared blanca pasa casi desapercibido.
La práctica artística nos ha acostumbrado a la obra de arte monocroma que, desde Malevitch, Yves Klein,  Ad Reinhardt o Robert Ryman cuenta con una tradición de casi cien años. Para Malevitch, el cuadrado negro significaba la alegría del comienzo; para sus detractores, la nada, el vacío, el fin del arte.  A pesar del tiempo pasado, el arte monocromo sigue siendo provocador. El espectador se sigue rebelando, presa de la confusión y el desasosiego. De manera muy significativa, la escritora Jasmina Reza crea en Arte un conflicto entre tres amigos, cuando uno de ellos se compra un carísimo cuadro blanco ante la incomprensión de los otros dos:

“En casa de SERGIO.
Colocada a ras del suelo, una tela blanca, con unas líneas blancas transversales.
SERGIO mira, satisfecho, su cuadro.
MARCOS mira el cuadro.
SERGIO mira a MARCOS mirando el cuadro.
Larga pausa en la que los sentimientos se traducen sin palabras.
MARCOS: ¿Caro?
SERGIO: Cinco.
MARCOS: Sergio, ¿no habrás pagado cinco millones de pesetas por este cuadro?
SERGIO: Chico, es el precio. ¡Es un ANTRIOS!
MARCOS: ¡No habrás pagado cinco millones de pesetas por este cuadro!
SERGIO: Sabía que no lo apreciarías.
MARCOS: ¡¿Has pagado cinco millones de pesetas por esta mierda?!
SERGIO, como si estuviera solo.
SERGIO: Mi amigo Marcos, que es un muchacho inteligente, un muchacho al que aprecio desde hace tiempo, ingeniero aeronáutico, muy bien situado, forma parte de esos nuevos intelectuales que no se contentan sólo con ser enemigos de la modernidad, sino que además se enorgullecen de ello. Desde hace poco existe, entre los nostálgicos de los felices viejos tiempos, una arrogancia que le deja a uno estupefacto.”


Pero este cuadrado blanco sobre blanco no es lo que parece. Se trata de un espejo sobre el cual el artista ha ido corrigiendo lo que veía con típex. Un espejo oculto. Precisamente un espejo, depositario de imágenes, de todas las imágenes, las presentes y las que reflejó antes. Michelangelo Pistoletto escribió sobre su obra Architettura dello specchio, de 1990:

 “Ahora que el espejo ha salido a la luz del Arte, vemos, dentro de él, la historia, la historia brillante y resplandeciente en el espesor del espejo, y la vida que el Arte refleja en este espesor. Los sumerios que han salido del espejo han vuelto con los egipcios, los griegos, los árabes y los romanos dentro del espejo, han sido colocados sobre el fondo de oro de los bizantinos, borrados por los iconoclastas y vueltos a dibujar por la perspectiva del progreso occidental, finalmente rota por el cúmulo de detritus del consumismo consumido.”





Michelangelo Pistoletto, Architettura dello specchio, 1990







Quizá haya pocos objetos tan fascinantes y misteriosos como los espejos. Poderosos como alegorías y entrada a otros universos paralelos, aquí se nos oculta su presencia, su secreto, de manera deliberada, tras el aspecto de un óleo blanco.

Ignasi Aballí, Corrección, 2001



Hay una foto reveladora que nos ofrece otro aspecto de esta obra desconcertante. En ella se nos muestra al artista en plena acción de corregir su reflejo. Le vemos desaparecer ante nuestros ojos. Quizás se trate de un autorretrato o de la desmaterialización del artista, cuya intervención en el proceso artístico es, cada vez más, mínima, como su presencia.
En el espejo, las imágenes van y vienen sin dejar huella. La única huella es la foto de la superficie que significa un instante del presente, que es la memoria del presente. Un deseo de eternidad. 




Ignasi Aballí, Corrección, 2001






mariajosé