martes

ONA TRABAL ¿dibujo, cómic, animación?

Una joven artista, Ona Trabal, hija de uno de nuestros Artferits, Lluís, acaba de publicar su último trabajo:
És l'hora dels adéus.

Intenta aproximarse al hecho terrible de la muerte, pero consigue hacerlo desde un punto de vista humanista. Podemos identificarnos con los personajes que siempre desnudos, nos muestran sus imperfecciones físicas y también, las múltiples causas que nos llevan al otro barrio; y con sensibilidad y un punto de sentido del humor que las hace soportables e incluso cómicas.







Y hablando de muertes cómicas recuerdo un cuento de Graham Greene, Un accidente absurdo, en el cual un hombre perfectamente respetable, muere de una manera tan estrambótica que todos los interlocutores no pueden evitar la risa. Este hecho terrible -la muerte del padre y la comicidad de las circunstancias- traumatizan al protagonista, el hijo,  hasta el punto de que resulta un punto clave a la hora de elegir esposa.

Aquí lo tenéis para vuestro disfrute, igual que las ilustraciones de Ona Trabal.

Un accidente absurdo, cuento de Graham Greene




Graham GreeneI

Un jueves por la mañana, en la pausa entre la segunda y la tercera clase, Jerome fue citado a la oficina del encargado de cursos. Jerome no tenía miedo de verse en aprietos: era celador, nombre que el dueño y director de una escuela preparatoria bastante cara había elegido para los mejores alumnos de los cursos inferiores. Los celadores ascendían a guardianes y llegaban a ser cruzados antes de salir, como era de esperar para Marlborough o Rugby. El señor Wordsworth, encargado de cursos, estaba sentado ante su escritorio con aire perplejo.
–Siéntate, Jerome –dijo el señor Wordsworth–. ¿Cómo andan las cosas en trigonometría?
–Muy bien, señor.
–He recibido un llamado telefónico, Jerome. De tu tía. Me temo que hay malas noticias para ti.
–¿Sí, señor?
–Tu padre ha tenido un accidente.
–Oh…
El señor Wordsworth lo miró con cierta sorpresa:
–Un accidente serio.
–¿Sí, señor?
Jerome veneraba a su padre: el verbo era exacto. Así como el hombre recrea a Dios, Jerome recreaba a su padre: convertía a un andariego escritor viudo en un misterioso aventurero que viajaba a lugares remotos: Niza, Beirut, Mallorca, hasta las Canarias. A los ocho años, Jerome creía que su padre era un pistolero o un miembro del Servicio de Espionaje Británico. Ahora imaginó que su padre había caído “bajo una lluvia de balas de ametralladora”.
El señor Wordsworth jugaba con la regla sobre el escritorio. No sabía cómo continuar.
–¿Sabes que tu padre estaba en Nápoles?
–Sí, señor.
– Tu tía recibió un cable del hospital.
–Ah…
–Fue un accidente en la calle –dijo el señor Wordsworth, ya desesperado.
–¿Sí, señor?
A Jerome le pareció muy natural que lo llamaran “un accidente en la calle”. Desde luego, la policía habría disparado primero: su padre no atentaba contra la vida humana sino como último recurso.
–Me temo que tu padre resultó gravemente herido.
–Oh.
–Lo cierto es que murió ayer, Jerome. Sin sufrir.
–¿Le dispararon al corazón?
–¿Cómo? ¿Qué has dicho, Jerome?
–¿Le dispararon al corazón?
–Nadie le disparó, Jerome. Se le cayó un cerdo encima.
Los nervios de la cara del señor Wordsworth se crisparon inexplicablemente: por un instante pareció apunto de echarse a reír. Cerró los ojos, compuso su expresión y dijo rápidamente, como si hubiera sido preciso contar los hechos lo antes posible:
–Tu padre caminaba por una calle de Nápoles cuando un cerdo se le cayó encima. Un accidente absurdo. Parece que en los barrios pobres de Nápoles la gente cría cerdos en los balcones. Éste cayó del quinto piso. Había engordado demasiado. El balcón cedió. El cerdo cayó sobre tu padre.
El señor Wordsworth se apartó del escritorio y se acercó a la ventana, volviendo la espalda a Jerome. La emoción lo estremeció ligeramente.
–¿Qué pasó con el cerdo? –preguntó Jerome.

II

No era insensibilidad por parte de Jerome, como interpretó el señor Wordsworth a sus colegas (hasta discutió con ellos la posibilidad de que Jerome no tuviera aún las condiciones para ser celador). Jerome sólo procuraba visualizar la extraña escena y obtener detalles concretos. Tampoco era Jerome un niño capaz de llorar; era un niño que cavilaba y nunca se le ocurrió en esa escuela preparatoria que las circunstancias de la muerte de su padre fueran cómicas; eran parte del misterio de la vida. Sólo después, durante el primer curso de la escuela pública, cuando contó los hechos a su mejor amigo, empezó a darse cuenta de cómo reaccionaban los demás. Naturalmente, después de esa confidencia lo llamaron, con bastante injusticia, Cerdo.
Por desgracia su tía no tenía sentido del humor. Sobre el piano había una fotografía ampliada de su padre: un hombre corpulento y triste, con un inapropiado traje oscuro, posaba en Capri con un paraguas (para protegerse del sol). Las rocas del Faraglione se veían al fondo. A los dieciséis años Jerome tenía clara conciencia de que el retrato se parecía más al autor de Sol y sombra y Paseo por las Baleares que a un agente del Servicio de Espionaje. Pero amaba el recuerdo de su padre: aún poseía un álbum lleno de tarjetas postales (mucho tiempo antes les había despegado las estampillas para su otra colección) y le apenaba que su tía se embarcara con extraños en el relato de la muerte de su padre.
“Un accidente absurdo”, empezaba ella, y el extraño o extraña adquiría la expresión que corresponde a un oyente interesado o compungido. Ambas reacciones, desde luego, eran falsas, pero era terrible para Jerome comprobar que súbitamente, en mitad del vago palabreo de su tía, el interés del oyente se hacía genuino. “No me imagino cómo pueden permitirse cosas semejantes en un país civilizado –decía su tía–. Supongo que debemos considerar que Italia es civilizada… Desde luego, en el extranjero tiene uno que estar preparado para cualquier cosa. Mi hermano viajaba mucho. Siempre llevaba un filtro de agua consigo. Era mucho menos caro que comprar todas esas botellas de agua mineral. Mi hermano decía siempre que gracias a lo que el filtro le permitía ahorrar pagaba el vino de la cena. Ya se darán cuenta ustedes de que era un hombre muy cuidadoso. Pero ¿a quién podía ocurrírsele que, caminando por la Via Dottore Manuele Panucci rumbo al Museo Hidrográfico, se le caería un cerdo encima?” Ese era el momento en que el interés del oyente se hacía genuino.
El padre de Jerome no había sido un escritor muy importante, pero siempre parece llegar un momento, después de la muerte de un escritor, en que alguien cree que vale la pena escribir al suplemento literario del Times para anunciar la preparación de una biografía y solicitar cartas, documentos o anécdotas de amigos del muerto. Por lo general esas biografías nunca aparecen: quizá no sean más que una oscura forma de chantaje y muchos de esos biógrafos en potencia encuentren de ese modo el medio de terminar sus estudios en Kansas o Nottingham: Jerome era contador público y vivía lejos del mundo literario. No comprendía que pocas amenazas había de que apareciera un biógrafo e ignoraba que había pasado el período de peligro. A veces ensayaba formas de relatar la muerte de su padre reduciendo al mínimo los elementos cómicos (era inútil negarse a informar, porque en ese caso el biógrafo acudiría sin duda a su tía, que tenía muchos años pero no daba muestras de perder sus energías).
Jerome pensaba que sólo había dos soluciones: la primera consistía en aproximarse lentamente al accidente de modo que, cuando llegara el momento de describirlo, el oyente ya estuviera tan bien preparado que la muerte resultara casi un anticlímax. El peligro principal de provocar la risa era siempre la sorpresa.
Cuando ensayaba este método, Jerome empezaba de manera bastante aburrida:
“¿Conoce usted esas altas casas de vecindad, en Nápoles? Alguien me dijo una vez que los napolitanos se sienten en su elemento en New York, así como la gente de Turín se siente en su elemento en Londres porque el río es muy semejante en ambas ciudades. Bueno… ¿dónde estaba yo? Ah, sí. En Nápoles, desde luego. Le sorprenderían las cosas que los habitantes de los barrios pobres tienen en los balcones de esas casas de vecindad en forma de rascacielos. No crea usted que cuelgan ropa. Crían animales: gallinas y hasta cerdos. Desde luego, los cerdos no pueden hacer ejercicio y engordan rápidamente”.
Jerome imaginaba que, llegado este punto, el oyente abriría los ojos de asombro.
“No sé cuánto puede crecer un cerdo, pero esas casas viejas están a punto de derrumbarse… Un balcón de un quinto piso cedió bajo el peso de uno de esos cerdos. Al caer, dio contra el balcón del cuarto piso y rebotó hacia la calle. Mi padre se dirigía al Museo Hidrográfico cuando el cerdo le cayó encima. Como caía desde tan alto, le rompió la nuca”.
En verdad, era un intento magistral de convertir un tema intrínsecamente interesante en un relato tedioso.
El otro método que Jerome ensayaba tenía el mérito de la brevedad.
–Mi padre murió a causa de un cerdo.
–¿De veras? ¿En la India?
–No. En Italia.
–Qué interesante. No sabía que cazaban jabalíes en Italia. ¿Su padre era un buen jugador de polo?
Con el tiempo, ni demasiado pronto ni demasiado tarde –como si, en su carácter de contador público, Jerome hubiera estudiado las estadísticas para conducirse según el término medio– Jerome se comprometió: su novia era una muchacha agradable, de cara fresca, hija de un médico de Pinner. Se llamaba Sally y su autor preferido era Hugh Walpole. Adoraba a los niños desde que, a los cinco años, le habían regalado una muñeca que cerraba los ojos y hacía pis. La relación entre ambos era más placentera que vehemente, como correspondía al noviazgo de un contador público: Jerome no habría consentido en ella si hubiese perturbado su trato con las cifras.
Sólo había un pensamiento que preocupaba a Jerome. Ahora que, en el curso de un año, podía ser padre, su amor por el muerto aumentaba: comprendía el afecto que revelaban las tarjetas postales. Sentía la ansiedad de proteger la memoria de su padre y temía que su apacible amor no sobreviviera si Sally era capaz de reírse de la muerte de su padre. Porque era inevitable que lo supiera cuando Jerome la llevara a comer a casa de su tía. En varias oportunidades trató de contárselo él mismo, puesto que ella estaba ansiosa por saber todo cuanto se relacionaba con Jerome.
–¿Eras pequeño cuando murió tu padre?
–Tenía sólo nueve años.
–Pobrecito –dijo ella.
–Estaba en la escuela. El encargado de cursos me zampó la noticia.
–¿Cómo lo tomaste?
–No puedo acordarme.
–Nunca me contaste cómo murió.
–Fue de repente. Un accidente en la calle.
–Tú nunca manejarás ligero, ¿verdad, Jemmy?
Había empezado a llamarlo “Jemmy”. Ya era demasiado tarde para ensayar el segundo método, el de la caza de jabalíes.
Pensaban casarse tranquilamente en una oficina del Registro Civil y pasar la luna de miel en Torquay. Jerome evitó llevarla a casa de su tía hasta una semana antes de las bodas. Pero la noche llegó al fin y él no habría podido decir si sus temores tenían por objeto el recuerdo de su padre o la seguridad de su amor.
El momento se presento enseguida.
–¿Este es el padre de Jemmy? –preguntó Sally, tomando la fotografía del hombre con el paraguas.
–Sí, querida. ¿Cómo adivinaste?
–Tiene los mismos ojos y la misma frente que Jemmy, ¿no es cierto?
–¿Jerome te ha dado sus libros?
–No.
–Te los regalaré para tu casamiento. Escribía con tanta ternura acerca de sus viajes. Mi favorito es Rincones y escondrijos. Había hecho una gran fortuna. Por eso fue tanto más lamentable ese absurdo accidente. . .
–¿Sí?
Jerome sintió ganas de salir del cuarto para no ver al amado rostro crisparse de risa incontenible.
–Recibí tantas cartas de sus lectores después de que el cerdo le cayó encima. . .
Su tía nunca había sido tan abrupta. Entonces ocurrió el milagro. Sally permaneció sentada con los ojos desorbitados de horror mientras su tía le contaba el relato y al fin dijo:
–¡Qué horrible! Es como para ponerse a pensar. Una cosa semejante. En un país de cielo tan claro…
El corazón de Jerome palpitó de dicha. Era como si Sally hubiera disipado para siempre sus temores. En el taxi, cuando la llevaba a su casa, la besó con más pasión que nunca y ella le correspondió. Había niños en sus pálidos ojos celestes, niños que movían los ojos y hacían pis.
–Falta una semana. –dijo Jerome, mientras Sally le apretaba la mano–. ¿En qué piensas, querida?
–Me preguntaba qué habrá pasado con el pobre cerdo… –dijo Sally.
–Supongo que se lo habrán comido –dijo Jerome, dichoso, y volvió a besar a su amada criatura.




mariajosé



lunes

ENCARA FINESTRES




Tornem a Howard Hodgkin, el nostre vell conegut.

No són finestres, les seves teles?
Els quadres de Hodgkin com finestres que s'obren al món de Hodgkin.

jueves

Si va de finestres...


Si va de finestres, aquí tenim la de la casa d'estiueig a Argentona d'en Puig i Cadafalch que està caient peça a peça, cosa que veig cada dia doncs està tan aprop de casa meva com de la sogra d'ell, una tal Dolors Monserdà, dona d'empenta, modista i feminista ( però això és una altra història)

Des del Centre d'Estudis Argentonins Jaume Clavell, estem coordinant una serie d'accions unitaries amb el títol "Salvem Can Puig i Cadafalch", (xerrades, manifestacions, articles de premsa, que ara sembla que ha fet que s'entri a tràmit al Parlament. Veurem com l'afecta la crisi.
Si en voleu llegir el manifest, aneu a

http://cea.cat/page/2/

miércoles

UNA FINESTRA OBERTA A L'OBRA DE PELE TORRES

El dimecres 18 de maig es va celebrar la sessió número XVIII de “Poesia a la Carta” a l’estudi de PELE TORRES. La sessió volia relacionar les arts plàstiques i la poesia. Tot, pintura, escultura, música, poesia... és fruit d’una mateixa sensibilitat.
En Pele Torres és un realitzador de joies transgressores, un pintor de blancs i blancs, un escultor del ferro i un poeta nat.




Jo, que fa molts anys que el conec, només puc parlar-ne d’una manera subjectiva i haig de dir que admiro, en les seves pintures, el joc de blancs, el blanc n’és el rei,  i el diàleg que estableix amb el seu oposat el negre, de vegades s’hi afegeix una nota, un petit contrapunt de vermell, o blau; m’agraden les textures llises o aspres, és la  tela, de cotó o de fil, sepultada sota capes de pintura blanca; m’agraden les rugositats de l’arena modificant la superfície, els cartrons com una escriptura inventada, els fils, les subtileses, les insinuacions. I en les escultures, m’agrada aquest reciclar claus, alicates, martells, ferros que ja han fet el seu camí i que es transformen per voluntat de l’artista i ens expliquen unes històries noves.



El món de Pele Torres neix a l’illa d’Eivissa, i els seus pensaments arrenquen d’allà. Les seves produccions plàstiques estan estretament lligades a les sensacions i a les emocions d’aquell món:  les cases blanques,  les parets encalcinades una vegada i una altra,  la llum que s’hi esberla,  la sargantana que pren al sol, el mur de pedra seca, el silenci del camp, les platges calmes, el sol dins la mar. Totes les seves pintures tenen gust d’Eivissa. Tot ve d’una figuera i la sentor dels seus fruits, i de l’ametller i del garrover. Tot arrenca de  l’impacte de cada record trobat a la infància: el suissé, el palo, les herbes, el pa amb oli i sal o el pa amb oli i sucre, la coca de pebrera, el bullit de peix... s’estableix un diàleg “Tu-Jo” que, finalment,  és una sola cosa, i tot es transforma, es barreja i es confon en una comunió permanent.

Julius Bissier



L’any passat vaig triar un quadre d’Isidore Issou (el promotor de l’Hypergraphie, recordeu?) del fons del MACBA exposat en aquell moment.

M’atreia perquè sempre m’ha agradat el grafisme, l’escriptura en la pintura, les cal·ligrafies i la pintura oriental.

Aquest interès potser se’m va desvetllar, no ho puc assegurar, a partir d’una monogràfica de Julius Bissier a la Miró que es va fer aneu a saber quan.

Bissier, alemany nascut a finals del dinou, comença a crear en temps de la Nova Objectivitat, se’n va a Zurich (si no m’equivoco), coneix Klee (del que sempre nega influències), queda irremissiblement atret per l’art xinès i comparteix molt amb Mark Tobey, que també va anar a parar a Suïssa, especialment l’esperit Zen.

Cal·ligrafia, taca i gest; tintes de colors, aquarel·les i temperes; gest i composicions mínimes; repetició i variacions subtils; refinament a prop del quasi bé res.

Us porto a la pàgina d’imatges del Google perquè aneu fent boca. Aneu investigant a partir d’aquest punt.


http://www.google.es/search?q=Bissier&hl=es&prmd=ivns&tbm=isch&tbo=u&source=univ&sa=X&ei=4-zTTf6nHYfrOf2c5I0L&ved=0CDUQsAQ&biw=1280&bih=831


I aquí teniu també una crítica d’en Calvo Serraller: un petit escrit ben organitzat d’algú que pot dir molt més del que us digui jo.


http://www.elpais.com/articulo/cultura/FUNDACION_JUAN_MARCH/sutil/caligrafia/Julius/Bissier/elpepicul/19841207elpepicul_7/Tes

lunes

Descubriendo el distrito V

No me gusta el distrito V pero no sé porque siempre acabo en él, resulta que todo lo que me interesa pasa alli. Esperaba con ilusión escuchar el trabajo que habian preparado Montse y Maria Jose, estás acostumbrada que sea la profesora que te guie en la visita, pero el trabajo de las chicas se ha visto y, a mi, me ha parecido muy bueno, me ha interesado oir vuestro punto de vista. Creo que hay tantas exposiciones como visitantes. Todos hacemos nuestra selección y me atreveria a decir que ser imparcial es casi imposible. Nuestra mente creo que escoge antes que nosotros lo sepamos. Helena además de ser una porofesora generosa, es muy buena alumna. Me gustó compartir la experiencia con los de primero, pero es verdad que mover tanta gente cuesta más estar concentrado. Espero Helena que les haya gustado la experiencia. Como otra experiencia digna fue el recorrido que hicimos con los Sres Trabal mapa en mano. Fuimos recorriendo los talleres de artesanos que estos dias abrían las puertas a los curiosos e interesados en el trabajo callado pero constante,alucine en como se hacia el papel de aguas para encuadernar o guardas me encontre con un compañero de estudios que nos hizo una demo.y artistas del reciclaje y mas y mas un dia estupendo compartiendo esto que mas nos gusta Arte.Gracias Arferits

MÉS MACBA



Hi faltava el fotògraf

domingo

Finestres Rachel Hovnanian

Dentro –Fuera


Cada día la veo, desde este seis de abril en que la colocaron en medio de un patio desnudo. Sola,
Paso por delante de Ella, cada día la veo a  través de la reja, a veces, si el semáforo esta en verde o se pone una furgo al lado, intento divisarla, otras veces tengo suerte y el semáforo esta en rojo me la miro, tan sola tan desafiante  tan lejos de su ámbito de medio lado, coqueta, no  tímida, de acero de hierro o de piedra no se. Se sabe bella de proporciones perfectas, dentro  de los cánones actuales, dispuesta a que un cuerpo la ocupe ,y se pueda bajar del pedestal para unirse a las demás mortales ,ella de línea y de belleza inmortal que daría por este momento .Pero lo que no sabe es que cuantos mortales morirían, ni  que fuese por instante ser como Ella.

La obra es de Rachel Hovnanian Esta obra esta en el Pasaje Mendez Vigo en la fundación Pons, pedí  permiso para que me dejasen hacer las fotos desde el interior me gusto mucho ver este busto fuera pero quería ver como se veía a través de una ventana, lo  que normalmente esta dentro fuera. No se si me explico.

La Galeria Aina Nowack, presenta a la artista multimedia Rachel Hovnanian como un camino de exploración en la seductiva cualidad de las memorias y en los profundos estereotipos que rodean la belleza. Además refleja la perseverancia de la artista de dar sentido a su lugar en una sociedad que continuamente pone la belleza de la mujer en un pedestal.





 Body Armor




Gemma Garreta

 



Desde el 6 de marzo de 2011, se puede disfrutar de la exposición de la artista neoyorkina Rachel Hovnanian en la sede de la Fundación Pons en Barcelona, C/ Consell de Cent 367. La exposición se puede visitar de lunes a jueves de 09:00h hasta las 18:00h, y los viernes desde las 09:00h hasta las 15:00h.

FINESTRES



La nostra taula de l’estudi està situada just sota la finestra que dóna al carrer. A la dreta la pantalla de l’ordinador, a l’esquerra un flexo, més enllà el telèfon. Petites peces que he anat aplegant al llarg dels anys s’arrengleren a l’ampit de la finestra... I a fora, corre la vida.
També a dins. Però ara us vull explicar el que veig a fora: Tres noies joves, arran de vorera, parlen vivament; donen la impressió de trobar-s’hi bé plegades. Una d’elles du un nadó en braços. A prop, una dona amb posat tranquil sembla que esperi alguna cosa; potser a algú. Ara mateix una parelleta acaba d’aparcar la moto damunt la vorera; ella, amb pantalons cenyits i botes, pacient, mira com el noi lluita amb el cavallet; darrere seu, circulen cotxes anònims. Mentrestant el xicot dels encàrrecs (dels encàrrecs?, de totes les feines pesades!) del súper familiar, descarrega caixes de verdura. I els arbres amb fulles verd tendre es belluguen davant meu, ben bé davant, a l’altra banda del vidre, a tocar dels meus ulls.
*****
Finestres que tenen marcs fets de paraules, de llengües; miro a través seu, em duen enrere i enllà. Em duen als primers Camus comprats a la vella Llibreria Francesa de les Rambles. I també a Paris, a les façanes blanques i les teulades de zinc sota núvols pesants; estic anant al Gît-le-coeur o al Le Racine, petites sales de la rive gauche, a veure les darreres estrenes que mai no arribaran a casa nostra.
O em duen als sopars alegres i tumultuosos servits als rioni populars en taules parades al carrer. Amanides, pasta i vi de la casa —servit en garrafes d’un etto, que avui dia ja no s’usen—, a la fresca de les nits d’estiu. Eren els anys de Berlinguer que compartíem amb els amics romans del partit. Vida a vessar.
*****
Finestres. Finestres que ocupen, que omplen, que conformen el nostre àmbit. Finestres tancades, finestres que ens tanquem. Finestres obertes a la llum, o a la foscor. Les travessem, com el nen d’en Pere Borrell, ara de sobte tan famós, que està sortint del seu marc. La vida a una banda i a l’altra de les finestres; la vida com a flux que les travessa. No som nosaltres una finestra —i els nostres sentits el seu marc— des de la que ens aboquem a l’exterior, per la que permetem que l’exterior ens penetri?
No és l’artista aquell que fa de la tela una finestra cap a... Cap a què? Cap a un nou coneixement? No necessàriament; no ho tinc gaire clar. Si ni tan sols tinc clar el que és un artista! Però diria que travessar les finestres de l’art de vegades m’ha dut a un nou coneixement de mi mateix.
Res gaire important. Us ho explico com us podria descriure les peces arrenglerades a l’ampit de la meva finestra: un ratolí de feltre, una petita regadora d’aram, tres bales de pasta de vidre pintades, uns petits recipients de vidre translúcid color marró vermellós usats antigament pels farmacèutics...


jueves

PICASSO LITOGRAFÍAS

El Museo Picasso de Barcelona presenta desde ayer y hasta el próximo 2 de octubre, una selección de sus fondos de una treintena de piezas del periodo entre 1945 y 1956, central en la obra picassiana.

Retratos de Françoise Gilot y sus hijos, faunos, palomas, un circo y siempre la presencia de la mujer desnuda.

Son una preciosidad y destacaría uno de los retratos, el de Françoise Gilot como Mujer Sol, muy hermoso y que no conocía.






en esta otra litografía se representa un pequeño y encantador circo, en cuya pista central un equilibrista se arquea  apoyándose sobre una silla que a su vez  reposa sobre la frente de un fortachón. A su lado, una bailarina sobre un caballo y un malabarista, y las siluetas  del público como pequeños fantasmas llenan un espacio asimétrico, a la vez redondo, triangular y cuadrado.



A su lado, una espectacular litografía, Ocho siluetas de mujer, que recuerdan a los ídolos de las Cícladas, de la que de momento no he podido conseguir una imagen.

Y termino con Dos mujeres desnudas, que presenta la particularidad curiosísima de que están enmarcadas en una cenefa de palomas y lo que parecen dos enormes cucarachas con antenas y todo.

¡qué cosa más rara!




La visita es de esas que te alegran el día y además se puede ver a la vez la exposición Viñetas de Guerra. Pero de eso ya os contaré otro día.

UN LIBRO DE LO MÁS FRIKI




Ultraviolencia es un libro con aspecto de novela gráfica que durante un mes llevo encontrándomelo en todas las librerías un poco enrolladas. Está siempre en un lugar preferente, que se vea bien, así que el sábado pasado en La Central de la calle Mallorca no pude resistir más la tentación de abrirlo. Me pareció divertidísimo, un poquito irreverente, distinto. Su autor, Miguel Noguera es un humorista de esos que hacen monólogos. Se llaman Ultrashows y son tan raros que el MACBA lo presentó como artista emergente en La Capella en el 2009.

Miguel Noguera no tiene aspecto de artista emergente. Los artistas emergentes van disfrazados como los comisarios de exposiciones, llevan un sombrero o una gafas de aquellas que uno nunca se atrevería a ponerse si no fuera artista emergente o comisario de exposiciones. En el Ultrashow del MACBA, Miguel Noguera llevaba puesta una camiseta de manga corta, unos bermudas y unas zapatillas deportivas de las de tela. Es un hombre joven calvo y con barba y su aspecto es tan normal que resulta una excentricidad en el medio artístico. El Ultrashow me pareció, la verdad es que aún no me ha quedado claro lo que fue aquello; empieza como un monólogo normal para hacer reir y te ríes, pero no mucho porque el tipo empieza a desbarrar. Yo el vídeo lo he visto varias veces en Internet y no resisto más allá de la Fiesta Sorpresa a Miguel Bosé, allá por el minuto 16. No hace falta que lo veáis entero. Ah, una cosa, para ver los vídeos hay que clicar encima.

http://vimeo.com/9398606


Posteriormente, Miguel Noguera ha ido refinando el Ultrashow y ahora sí que te ríes. Como ejemplo, un vídeo de la entrevista  que  le hace Buenafuente para promocionar el libro. Este vídeo sí que se puede ver entero e incluso hay una segunda parte en you tube si os apetece seguir con el personaje.

http://www.youtube.com/watch?v=CzZuggO9lKM&feature=fvsr





Un internauta llamado Chichonuclear os explica mejor que es el Ultrashow y que es Ultraviolencia:

"Miguel Noguera es un humorista que ha creado un nuevo tipo de humor basado en ideas inconexas y soltadas a choplón, sin límite ni control ni hilo conductor; esta risa nueva, que diría Jordi Costa, nace en los Ultrashows, que es el flujo de ideas camuflado a traición en un formato tradicional de stand up comedy, tan desconcertante al principio y tan brillante luego todo el rato, y tiene en Ultraviolencia su trasvase al formato libro. El principal enemigo de Ultraviolencia somos los fans (que no los lectores; cierro el radio de culpa a los fans, los que esperábamos el libro de una forma casi religiosa), que creíamos que tener tantos cientos de ideas reunidas iba a ser estupendo. Es estupendo, en cierto modo, pero el problema es la dosificación:  le queda a uno la cabeza como un bombo: demasiadas ideas, demasiado flujo de conciencia, demasiado que procesar en demasiado poco tiempo. Ultraviolencia incluye ideas muy buenas, también otras malas (lo avisa Noguera en el prólogo, de hecho). Ultraviolencia es un libro al que hay que volver, imposible de leer de otra forma que no sea de una sentada (su principal cruz, similar a esa cruz del Cristo mal que cierra sus páginas) pero que hay que procurar dejar madurar para más adelante, dentro de dos o tres meses, hojear en busca de aquella idea que nos vuelva a sorprender una vez "


Lo que sí que es realmente friki es el trailer que se ha montado Miguel Noguera para promocionar su libro. A ver, yo os incluyo el enlace, no quiere decir que os vaya a gustar, yo no me hago responsable.




Y aquí termina este especial sobre Miguel Noguera, que ya se ha convertido en personaje de culto y tiene hasta fans!