martes

INSTALACIÓN SONORA EN LA CAPELLA DELS ÀNGELS

Natascha Sadr Haghighian
De paso. Capella dels Àngels
8 de julio-12 de diciembre 2011

Después de una mañana haciendo recados por el Gòtic y el Raval, entro en la Capella dels Àngels a descansar un rato. Sé, porque la he visitado antes, que ahora se expone una instalación sonora y hay unos bancos muy amplios en medio de la nave donde poder sentarse.
También vengo con algo de malicia, a ver cómo reaccionan los visitantes ante esta propuesta artística. De momento, me doy cuenta de que he elegido una hora algo insípida, sólo son las tres de la tarde, y es el rato en que  la gente come, descansa y se echa la siesta.

Estoy sola con el vigilante, que resulta ser joven y mujer. Se pasea arriba y abajo, o, si no hay nadie con aspecto sospechoso, se sienta detrás de la puerta, en una silla.
Aprovecho estos minutos de soledad para dejarme llevar por el ruido que hace una maleta con ruedas de esas que se pueden llevar en cabina porque son pequeñas, al rodar y aplastar con el asa extendida, una botella de plástico vacía de agua mineral. El ruido es transformado y magnificado mediante un equipo de sonido y unos altavoces. Intento poner una imagen al sonido: unos palitos que chocan entre sí, golpecitos secos, tajantes, a veces, incluso algo que puede recordar a un breve redoble de tambor.
La maleta está situada en una capilla lateral, cercana al altar y muy pocos de los que entran se molestan en descubrir de donde proceden estos sonidos.


A pesar de la hora tonta, los visitantes van entrando, en su mayoría turistas extranjeros, pero también gente de aquí. Ven la puerta de la Capella abierta e invitadora y se sienten irresistiblemente atraídos por esta iglesia de líneas renacentistas, tan sobria y elegante.

Entra un joven de pelo largo y vaqueros rotos. Se sienta a leer la hoja de sala y a escuchar. Entra una pareja de extranjeros. Ella se queda plantada en medio de la iglesia, contemplando las arcadas góticas que la luz que entra por los ventanales perfila en toda su perfección. Se marcha aburrida al cabo de pocos minutos, mientras que él, se queda mirando la maleta que se mueve, gracias a una batería que lleva dentro, adelante y atrás, sobre la botella aplastada. Se queda inmóvil, expectante, esperando a ver qué pasa. También se marcha, desaparece.
Quizás lo que ocurre es demasiado poco o demasiado incomprensible.


La instalación continúa en el espacio adyacente, el lugar que alberga una bellísima arcada renacentista. Allí, se puede contemplar una fuente formada por una pila de catálogos de Ikea y un panel con unas fotos y un texto de Orwell. Esta zona está casi a oscuras así que sólo unos pocos se aventuran a entrar y los que lo hacen salen con cara de perplejidad. Y eso que, por una vez, la hoja de sala explica en un lenguaje comprensible esta obra, cuyo título es De paso, de la artista, Natascha Sadr Haghighian.
 la fuente

De esta artista de origen iraní, pero que trabaja principalmente en Berlín, El MOMA adquirió recientemente una instalación, Empire of the Senseless. Part II. He investigado un poco en Internet y lo poco que he sacado en limpio es interesante. Tiene un currículum falso en una web llamada www.bioswop.net. Es un espacio donde gente de muy diversa procedencia aporta su currículum y puede a su vez apropiarse de los datos biográficos de otras personas. De esta forma, se busca devaluar en el mercado de trabajo, la concepción del CV y elementos como el origen y los méritos acumulados.
Esta idea que nace de la teoría de Foucault de la muerte del autor, tiene especial relevancia en el medio artístico, donde la idea de la autoría, el artista, su firma, la imagen que proyecta en los mass-media es fundamental para que su obra adquiera un valor extra en el mercado del arte.
No puedo resistirme a mostraros el falso apunte biográfico de Natascha Sadr Haghighian tal como aparece en la Wikipedia, según bioswop.net, atentos que es muy provocador:
Haghigian nació en Sachsenheim, Alemania Oeste en 1968 y vive y trabaja en Gran Bretaña. En 1985, él emigró a los Estados Unidos para montar un rancho en Ellens Valley. Allí se enamoró de una Drag Queen con la que comparte su vida actualmente. Ha trabajado desde el 2002 como artista freelance en Cotswolds, Gran Bretaña. A través de su amante descubrió y, a su debido tiempo, conquistó el escenario como Prince Greenhorn. Se ha convertido en un personaje famoso sobre el que se escribe y se le ha retratado a menudo tanto en soporte fotográfico, como al óleo, entre otras cosas.
En fin, toda una declaración de intenciones.

Y volviendo a la obra que nos ocupa,  la artista la explica de la siguiente manera:
“En esta instalación, uno se encuentra con dos objetos muy familiares: una maleta con ruedas y una botella de agua de plástico vacía. Alguien ha abandonado estos dos objetos y los ha sacado de su entorno. Entre ambos ha ocurrido un accidente, una colisión, ya que el asa de la maleta aplasta la botella vacía una y otra vez, delante y atrás, creando un sonido, como una conversación entre ambos elementos.  La instalación nos permite reencontrarnos con estos objetos muy familiares pero en un entorno diferente, lo cual crea una sensación de extrañeza y nos obliga a reflexionar sobre ellos de otra manera. El ruido de la colisión ha sido amplificado y distribuido por la Capella, que como la mayoría de las iglesias, está diseñada para amplificar y realzar el sonido.”
La obra de Haghighian explora desde un punto de vista sociológico un espacio urbano construido por el flujo de turistas y no turistas que se desplazan constantemente de un lugar a otro. La maleta con ruedas de pequeño tamaño para llevar en cabina y la botella de agua es el kit indispensable del viajero actual. Desde que los Juegos Olímpicos del 92 canonizaron Barcelona como ciudad turística, se ha convertido en uno de los destinos más atractivos para todo tipo de viajeros, desde el clásico turista que viene por el Barça, el Museu Picasso, las tapas  y la arquitectura de Gaudí, hasta los artistas y creativos de otros países que se han instalado en busca de oportunidades.
“La obra de Haghighian, de una manera sutil, plantea estas cuestiones sin recurrir a la representación. Tiene sentido huir de la representación, obligarnos a pensar en estas cuestiones sin recurrir a la imagen  o a un par de frases que nos faciliten la comprensión del mensaje. Este pequeño escenario hostil nos incita a pensar en otros escenarios sobre los que no tenemos ningún control.” Esto es uno de los comentarios de la web del MACBA que explica esta instalación sonora.

¿Pero qué significado tiene el resto de la instalación que se encuentra en el espacio que alberga la arcada renacentista?
Otra vez, según la página del MACBA, la artista ha incluido una fotografía en la que se ve un hombre aprovisionándose de agua de una fuente de la ciudad de Barcelona. El momento histórico corresponde a la Guerra Civil, cuando la Societat General d’Aigües de Barcelona propició la canalización del agua potable a los barrios más pobres de Barcelona de manera gratuita. El fragmento que acompaña la foto y que la explica es de George Orwell, en Homenaje a Cataluña.”

“Y junto a esta imagen, un objeto. Una fuente realizada con una columna de catálogos de Ikea. El ideario de esta compañía pretendía producir objetos básicos para el hogar al alcance de todos los bolsillos y que además se adecuaran a unos criterios estéticos además de funcionales. Como el agua, el diseño tenía que fluir en una sociedad democrática en la que los objetos fueran los mismos para todo el mundo, acortando las diferencias entre clases sociales. Un modelo de racionalización de los objetos de primera necesidad de la misma manera que el hecho de embotellar agua hace innecesaria la existencia de fuentes públicas.”
¿Será por eso que de esta particular fuente no mana el agua?

Lo que es indudable es que las instalaciones sonoras están en alza. El Turner Prize de 2010 lo ganó Susan Philipsz con una instalación sonora, Lowlands, que recogía una antigua melodía escocesa sobre el fantasma de un marinero ahogado.
                                                           
                                                                     Lowlands
Y precisamente hoy se inagura en el MACBA una exposición, Volum! que hace hincapié en un cambio de paradigma sensorial que marca el paso del siglo XX al siglo XXI. La entronización de la pintura y del sentido de la vista, deja paso a obras de género híbrido, como las instalaciones sonoras, que incorporan el sentido del oído. Según la información de la página web del MACBA, "Este cambio ha producido cambios profundos en el comportamiento del espectador y en su manera de percibir la obra de arte: de lo visual pasamos a una historia del arte polisensorial."



Volviendo a De paso, creo que Natscha Sadr Haghighian ha abordado un tema muy interesante, el del espacio común de las ciudades turísticas, convertidas en parques temáticos, en no-lugares; pero la realización es demasiado literal. El arte puede y es un medio para expresar las razones y verdades del mundo, pero no puede carecer de poesía. Algo del lirismo que desborda Lowlands, es un aspecto que se echa de menos en La Capella.
Por otro lado, los otros elementos de la instalación, la fuente, las fotos y el texto de Orwell, son innecesarios, perfectamente prescindibles, pués el conepto de De paso funciona perfectamente sin ellos.

El chico del pelo largo ya se ha ido y aprovecho la falta de visitantes para hablar con la vigilante. ¿Cómo se siente después de pasar el día escuchando los ruidos de los palitos que se entrechocan? Me confiesa que le da dolor de cabeza. Me explica también que algunos le preguntan si esto es arte y también me cuenta los detalles domésticos, como por ejemplo, que la botella hay que cambiarla cada dos días, porque si está demasiado chafada, la maleta no se mueve. E incluso que, en ocasiones, tiene que ir ella misma y darle un golpecito a la maleta porque se ha quedado atascada y el micrófono no registra ningún sonido.
Parece que el personal que protege y vigila las obras de arte tiene más protagonismo del que nos imaginamos. La exposición que hay ahora en el Espai 13 de la Fundació Miró de la artista Mireia C. Saladrigues, tiene como protagonista a una celadora que ha plasmado su larga experiencia profesional en un librito sumamente interesante, Mi museo.
Mireia C. Saladrigues: The end is where we start from
Y ahora no tengo más remedio que sacar a relucir, el escándalo que se ha montado a raíz de que una empleada del equipo de limpieza del Museo Ostwald de Dortmund, hiciera una limpieza a fondo de una obra de Martin Kippenberger. Incluyo el enlace a un artículo lleno de ironía de Pilar Rahola sobre el tema.

Martin Kippenberger: Cuando empieza a gotear desde el techo


1 comentario:

  1. Gracias por tu comentario Maria José: es fantàstico poder contar con una mirada como la tuya para abrirnos los ojpos a los demás... Lowlands, por ejemplo, lo descubrimos gracia sa ti antes de que ganara el premio Turner, y ¡fue un gran descubrimiento!

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